4. Llegué a pensar que ya no me querías,
que no volvería a entrar en tu templo
5. Me había hundido por completo. El mar me cubría todo, y las algas se
enredaban en mi cabeza.
6. Creí que ya nunca saldría del fondo
del mar. Pero Tú, Dios mío, me salvaste la vida.
7. Cuando ya estaba sin fuerzas, me
acordé de ti, y oré. Mi oración llegó
hasta tu santuario.
Jonás era un profeta, Dios le dio palabra para Nínive en Asiria,
pero al principio hizo caso omiso a la voz de Dios, por eso estaba aterrorizado, porque él sabía que no había sido producto de
un accidente, había sido consecuencia de
su desobediencia y por lo tanto una disciplina de Dios.
Jonás estando ya sin fuerzas, reflexiona,
ora al Señor y se arrepiente; su debilidad y humillación ante Dios lo ayuda a cambiar
su destino porque Dios escucha su clamor y lo salva del peligro.
No hay Dios Santo, como tú; no hay otro Dios,
soló tú. No hay roca como tú, mi Dios. En el Señor se alegra y se fortalece mí
corazón; Me puedo reír de las artimañas de mis enemigos, puedo estar muy feliz
de mi victoria porque mi clamor Tú escucharás mi amado Señor, en el nombre de
Jesús. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario